El negocio de mujeres emprendedoras en América Latina ha crecido mucho en los últimos años. Cada vez más mujeres están empezando sus propias empresas para ganar dinero y ayudar a sus familias y países a progresar.
Pero, hay un problema del que no se ha hablado mucho: algunas mujeres emprendedoras están siendo víctimas de robo de dinero por parte de personas cercanas a ellas, como su pareja, amigos o familiares. En este artículo, retomaremos la magnitud de este problema, sus causas y consecuencias, y propondremos algunas estrategias para combatirlo y proteger a las mujeres emprendedoras.
El robo de dinero a mujeres emprendedoras en América Latina es un fenómeno que afecta principalmente a pequeñas y medianas empresas. Estas mujeres se encuentran en una situación vulnerable, principalmente porque no tienen suficiente acceso a educación sobre finanzas, leyes o protección en el ámbito empresarial. Además, tienen que lidiar con la desconfianza y la discriminación de género en la sociedad, lo que hace difícil que puedan denunciar.
La discriminación y la desigualdad de género en América Latina siguen siendo problemas estructurales que afectan a las mujeres en todos los ámbitos de la vida, incluido el empresarial. Estas desigualdades pueden facilitar la explotación y el abuso financiero de mujeres emprendedoras por parte de personas cercanas.
La falta de educación financiera y conocimientos empresariales entre las mujeres emprendedoras hace que sean más vulnerables al robo y la estafa. Esto puede deberse a que no conocen sus derechos, no saben cómo proteger sus activos o no cuentan con la información necesaria para identificar y prevenir fraudes. Empresas como Mastercard se suman a proyectos de empoderamiento femenino de manera continua.
En muchos casos, las mujeres emprendedoras pueden depender emocional o económicamente de sus parejas, amigos o familiares, lo que les dificulta denunciar o enfrentar a estas personas cuando se ven afectadas por el robo de dinero.
El robo de dinero a mujeres emprendedoras en América Latina tiene graves consecuencias tanto para las víctimas como para la sociedad en su conjunto. Entre las principales consecuencias se encuentran:
- Pérdida de confianza y autoestima
- Quiebra de negocios
- Barreras al empoderamiento femenino
Aunque hay muchas cosas que debemos mejorar para prevenir la violencia contra las mujeres, como promover la igualdad de género, fortalecer redes de apoyo y brindar educación, una solución inmediata es utilizar el dinero digital, es decir, que las mujeres puedan tener acceso al sistema financiero.
Usar el dinero digital es más seguro para ellas, porque no necesitan llevar dinero en efectivo y todas las instituciones financieras digitales tienen sistemas de seguridad que el gobierno de su país les pide, y más. Además, les da más privacidad y anonimato. Lo más importante: los datos biométricos.
Esto implica que se necesitan contraseñas, huellas digitales, confirmación electrónica y otras cosas para poder acceder a una cuenta y/o hacer uso de los recursos.
Ahora bien, otra ventaja es que todas las empresas de servicios financieros tienen rastreabilidad (es decir que el usuario puede conocer desde dónde y hacia dónde llegan los recursos) y además existe un proceso que se llama “security and compliance” en español conocido como “riesgo y cumplimiento” que tiene como objetivo la prevención de fraudes.
Además, los pagos digitales se volvieron la forma preferida de compra y aseguraron un crecimiento del 18% en América Latina en 2020, según Inter American Development Bank. Esto significa que si las mujeres tienen acceso al sistema bancario es también natural el acceso a este sistema por parte de sus negocios y empresas, por lo tanto su crecimiento.
Como hablamos en Inclusión financiera, las mujeres son uno de los grupos más vulnerables en cuestión de bancarización y existe actualmente un gran potencial para crear productos especializados para ellas y sus empresas.
Según un estudio realizado por ONU Mujeres las mujeres en Chile tuvieron 18.3% menor aprobación al realizar una solicitud de crédito, en comparación con los hombres, en 2021, esta brecha de género se repite en la región y en varios factores como tasa de empleo y pobreza.
En este contexto, las mujeres como individuos, propietarias y líderes de empresas enfrentan barreras de inicio al acceder a servicios y productos financieros. Según Global Findex, la brecha de género a nivel mundial es de 6 puntos porcentuales, en América Latina es de 7.4 puntos.
Con relación específica a cuentas de ahorro los hombres reportan un 4.3% de acceso y las mujeres un 2.3%. En crédito por otro lado los hombres reportan un 22.37% y las mujeres 17.22%, es decir 23% menos acceso para las mujeres que para los hombres.
En general, el aumento del 1% en el acceso a productos basados en tarjetas pago facilita un incremento anual de consumo de bienes y servicios de aproximadamente 6,7 mil millones de dólares.
Es posible crear soluciones multiproducto, es decir ofrecer un paraguas de productos para mujeres que incluyan crédito por un lado y cuentas de ahorro por otro, cubriendo las necesidades más imperativas de la región. Pero también existen otras oportunidades como préstamos, cuentas corrientes, etc.